Desde Platges de Comte se ve uno de los atardeceres más emocionantes de la isla de Ibiza, y digo emocionantes porque a mí siempre me parece que el sol, redondo y fulgurantemente anaranjado, no va a poder cumplir su ciclo y se va a pinchar y desinflar al caer sobre las pequeñas y puntiagudas islas del horizonte. Por supuesto eso no ocurre nunca, ya que se trata de un sorprendente efecto óptico… Esos minúsculos y amenazantes islotes son las Islas Bledes, otro de los grandes puntos de buceo que ningún aficionado debería perderse si visita la isla.
Y hablando de las Bledes, muchos ibicencos no lo saben pero la isla tiene un curioso pasado ballenero que está relacionado con este grupo de cinco islas localizado al este de Ibiza, frente a Cala Tarida y al noroeste de la Isla S’Espartar. Parece ser que en la antigüedad fue lugar de paso de las grandes ballenas y hasta aquí se desplazaban los más audaces pescadores locales en pequeñas embarcaciones de madera para cazar con arpón los mamíferos. Hoy, sólo nos acercamos los buceadores y en modernas y rápidas lanchas de fibra como la del Sea Horse Sub-Aqua Centre, dirigido por un simpático inglés que lleva toda la vida por aquí y se conoce estos fondos como nadie.
La inmersión, llamada Illa Gorgonia, se desarrolla en la denominada Bleda Pequeña y para fondear la embarcación se accede a una zona recogida a la que hay que pasar por un estrecho canal entre altas formaciones rocosas. Es curioso, pero siempre que contemplo estar largas torres pétreas me recuerdas a las pastosas montañas que cuando niños hacíamos en la playa con la arena mojada que churreteaba entre nuestros dedos. Las paredes de la isla parecen adquirir fantasmagóricas formas, yo veo muchas, entre ellas la de un cíclope al que han arrebatado su único ojo… y que, si no hacemos mucho ruido a la hora de meternos en el agua, puede que podamos acceder a su mágico mundo sin que apenas se dé cuenta de nuestra presencia. Bajo, el agua, todo es igual de misterioso, destacando esas paredes rugosas que caen a plomo hasta el fondo imitando una gran muralla impenetrable y que nos acompañarán a lo largo de toda la inmersión.
La zona de buceo más bonita es la que da a la cara oeste, así que si se quiere apreciar su belleza hay que planear la inmersión a mediodía o por la tarde, para que el sol nos ilumine esta extraordinaria pared que, entre otros muchos atractivos, cuenta con una magnífico jardín de rojas gorgonias (Paramuricea clavata), que son bastante inusuales en las Islas Baleares. Esto es lo primero que hay que ver, ya que esta agrupación de gorgonias se encuentra entre los 30 y los 58 metros y, ya se sabe, primero a lo profundo para luego centrarse en cotas superiores…
Explorando la pared hacia el norte podremos observar, escondidos entre las grietas, numerosos pulpos, congrios, brótolas y pequeñas langostas que asoman sus curiosas antenas ante el paso de los buceadores. Cuando se llega al extremo norte, cuando la pared termina, recomiendo contemplar toda la longitud de la formación rocosa, parece un edificio gótico que recuerda las misteriosas torres de Gotham City, la ciudad ficticia del universo DC Comic. En este lugar, si el sol está donde debería, podremos ver unos fantásticos contraluces, viendo volar a los buceadores sobre las azoteas de esos imaginarios edificios góticos.
De vuelta ya al cabo de fondeo, siempre ascendiendo lentamente, podremos observar asustadizos cangrejos ermitaños, varios tipos de nudibranquios, morenas de varios colores, parejas de corvinas y también meros bastante grandes que suelen habitar en zonas algo más profundas, pero que no vacilan en ascender cuando advierten la presencia de un grupo de submarinistas.
La parada de seguridad la haremos en la pared cercana al canal, bajo el cíclope ciego, entre cabrachos, y simpáticos gobios multicolor. Por esta zona suelen patrullar cardúmenes enormes de espetones, una compañía más que propicia para despedirse de una de las inmersiones más emblemáticas de Ibiza.